No somos más los de antes, el mar terminó por lavarnos, por revolcarnos, nuestros
lazos se extendieron, crearon otros, cada vez más fuertes, cada vez más
certeros, las fotos nos mostraron el sendero, los fines de semana corrieron
cada vez más furiosos, más fugaces, nos exigieron más, hace mucho que lo
comprendí, hace mucho que me di cuenta que debía ser así, aprendimos que las
cosas pequeñas construyen más que cualquiera y juntos descubrimos que el camino puede ser
largo, pero si estas al lado no será la soledad la que nos impida poder llegar.
Inoculaste la vacuna que me despertó de una
larga noche de incertidumbres, de ser solo un amasijo de carne y huesos que se
mueve con la finalidad de resolver problemas, me enseñaste a ir despacio, a
tomar pausas y aceptar las tuyas, a construir. Te escribo porque hoy amanezco más
ligero en las mañanas, porque la tristeza me parece un estorbo, porque ya no
hago más las cosas con coraje, ahora fue cambiada la motivación, tiene nombre
y destinatarios, tiene ganas de estar, de caminar, de viajar, de seguirte
amando con convicción de causa, con rebeldía y con ganas de construir una nueva
patria, una a la que llamemos casa, hogar, mi patria, la cual, solo es posible si
la construimos juntos.